El Gesto Tuyo
En las formas de esta vida peligrosa,
cuando atravesamos Europa y estas terrazas grises
sobre el Sena, a la altura del puente Auteuil,
donde hemos vivido lo indecible del Amor,
donde encallo, ¿puedo decir entonces que
derivando, fui arrojado;
¿que, flotando en violencias,
me trajo la dulzura?
Mientras pasaban sin descanso las chalanas de carga
(corderos de la Champagne, caballos de Irlanda,
quesos de la Normandie, y tanto más
para las Polkas de las Mandíbulas)
entre tantos millares que aquí han perecido,
tras las persecuciones de los Mandarines
¿puedo decir: «París, la Flor de Lys»?
II
Cuando recuerdo,
que en diversas edades aquí se bañaron
hordas de pillos como de truhanes,
prefectos, comerciantes, cortesanos, mercenarios
y niñas como hoy tan bellas,
que, corazones aterrorizados,
en diversas edades acamparon a las orillas
del Rhin, del Tíber, del Támesis
-por decir de otros ríos de príncipes
como de prelados mientras los Bailes Populares
lanzaban al cielo sus destellos flamígeros,
le pregunto al Sena, a su espejo verdoso
¿yo, de ultramar venido, qué puedo decir?
III
Es vasto el Hombre, y es terrible la Historia:
«Bien qu’elle affecte d’ avancer á coups d’ excés.
elle adore la moderation; c’ est pourquoi
l’ Histoire est trouble, non troublante» (René Char).
Unidos a estos horizontes,
ahora que nadie nos canta y consuela
¿cuál de las formas de esta vida peligrosa
nos librará del suicidio?
Tú,
oh milagro de tantas mujeres
que siguen poseyendo la belleza
y la esperanza del Amor,
amadoras que han podido
sobrevivir a las ruinas
seres como Tú, sombras
esplendorosas que hacen de sus vidas UNA FORMA
CONTINUA DE NO DAR
SOMBRA.
De: «Crónicas contra los Bribones,» 1967.