‘Fake News’ en la Guerra del Pacífico

 

 

Según el historiador Jorge Basadre, la Guerra del Pacífico nos provocó un “complejo de inferioridad” y el “empequeñecimiento espiritual.” Manuel Gonzalez Prada opinaba lo mismo. Ambos afirmaban que la destrucción de nuestro país, y la masacre de indefensos Peruanos, nos sepultaría moralmente y desataría aquel maldito “complejo de servidumbre” que aún nos aqueja.

Pero existió una época en que las etiquetas del “Peruano incapaz,” el “Peruano deshonesto,” el “Peruano corrupto,” “el Peruano como el peor enemigo de otro Peruano” o el “Peruano que roba pero hace obra” no eran una dolorosa realidad política, sino más bien viles patrañas diseminadas por agentes extranjeros. Nos referimos a los años previos a la Guerra del Pacífico.

Remontémonos a esa época. Al descubrirse la riqueza guanera, nuestro país se llenó de prospectos y grandes sueños a futuro. Para extraer y procesar el guano, el Perú necesitaba de la inversión extranjera, y para lograrlo, era urgente revitalizar el crédito nacional y garantizar el pago de la deuda externa. En 1849, el Presidente Ramón Castilla, con el fin de revitalizar el crédito nacional, firmó un contrato con la financiera británica Anthony Gibbs and sons. Para garantizar el pago de la deuda externa Peruana, Gibbs diseñó un mecanismo por el cual los Ingleses actuaban como tesoreros del comercio guanero. Es decir, Gibbs cobraba directamente las ganancias del Guano, y luego, el Perú recibía su parte. Como garantía del contrato, el Perú tuvo que ser excluido del cobro directo de las ganancias.

Al corroborarse que “los ingresos del guano se cobraban en Europa,” los bonos Peruanos se enlistaron en el London Stock Exchange y adquirieron popularidad. Compruébese en las revistas The Banker’s Magazine, the Times de Londres y el The Economist. Dichas publicaciones promocionaban la riqueza del Perú, la catalogaban como Paraíso de los inversionistas, e inclusive popularizaron la frase italiana, “Vale un Perú.” Los bonos Peruanos tuvieron ganancias espectaculares. 

 

Palacio de la Exposición, 1874

 

Desde 1850, la prensa Londinense nos retrataba como un país ejemplar. Pero era una verdad a medias. Según la Dra. Catalina Vizcarra, la política Peruana era calamitosa, pues entre “1850 y 1875 hubo catorce cambios de gobierno, diez de los cuales siguieron a una guerra civil o a un levantamiento.” Pero a los Ingleses no les importaba si nos aniquilábamos mutuamente: sus arcas seguían llenándose con la riqueza del guano. Aunque las rebeliones caudillistas y el asesinato de Presidentes continuaban, los banqueros Ingleses consideraban al Perú como la niña de sus ojos.

 

El Reloj de Pedro Ruíz Gallo

 

Los problemas empezaron en 1876. El guano se agotó y los bonos Peruanos perdieron el setenta y cinco por ciento de su valor. La frustración Londinense, y los ataques del The Economist, se desataron, tildando al Perú de “país semicivilizado,” cuya “ignorancia” e “infantilismo” al manejar sus finanzas lo llevarían a la destrucción. Es indudable que dichas críticas ponían el dedo en la llaga, pero eran muy injustas. Al descubrirse la fortuna del salitre en Tarapacá, el Perú planeaba una renegociación de su deuda. Entonces, ¿Qué estaba detrás del odio Británico? Véase que la riqueza Tarapaqueña ya estaba en la mira de los Ingleses desde la década de los sesenta. Sin embargo, el odio inglés y la caja de Pandora se desató cuando el Perú expropió las riquezas Tarapaqueñas que por derecho nos pertenecían.

Dicha perspectiva se corrobora en el The Economist. Los británicos creían que el Perú intentaba empoderarse y “lo acusó de influenciar a Bolivia en el aumento de tarifas” a las salitreras Anglochilenas. La prensa Británica también criticó a los Europeos que apoyaban a la causa Peruana. Bajo su línea editorial, todos eran “decentes” sólo si se alineaban a los intereses de los banqueros Ingleses. Revisemos esas publicaciones.

 

La Diseminación de Mentiras


 

“Tres diarios adversos son más terribles que mil bayonetas”
Napoleón

El The Economist afirmaba que “la pérdida de sus riquezas salitreras no será del todo mala para los Peruanos, pues aprenderán la lección de que sus riquezas territoriales no son realmente suyas….a menos que sean extraídas y financiadas por su propia gente.” Las riquezas naturales del Peru solo le pertenecían al inversionista extranjero, en este caso, a los Ingleses que financiaron las salitreras. Esta ideología hueca, hecha para someter a cualquier país tercermundista, jamás encajaría en nuestros compatriotas, que se rehusaron a ser manipulados. Entonces, la campaña en contra del Perú se desató. Así surge la imagen falsa y corrompida que los extranjeros querían imponernos.

El diario The Bullionist afirmaba que las riquezas de Tarapacá eran una maldición para el Perú, ya que los Peruanos eran “incompetentes”, “vergonzosos,” y “despreciables.” El Pall Mall Gazette publicó que los Peruanos eran “tan ignorantes, tan estúpidos y tan vanidosos, que se han deleitado construyendo costosos ferrocarriles que no prestan la menor utilidad, y buques de guerra que ni siquiera pueden manejar ni tripular” y su derrota ante Chile sería “un merecido castigo por su incapacidad y deshonra.”

El Bullionist criticó la “intransigencia Peruana.” ¿Por qué los Peruanos se oponían a que Chile “nación civilizada” tomará posesión de Antofagasta (Bolivia)? “El territorio Boliviano contiguo a Chile, prácticamente no forma parte de Bolivia; está habitado únicamente por Chilenos y separado del Estado al que pertenece por una inaccesible cordillera de montañas..”

Las críticas hacia el Perú fueron exacerbadas por Chile. En los titulares de la prensa Chilena, se concentraron el odio y las calumnias. El Dr. Mauricio Rubilar detalla que, al estallar la Guerra, más de 100 publicaciones chilenas hicieron labor propagandística y “exacerbaron los ánimos” e “impulsaban a los Chilenos a defender su bandera” y desacreditar al Peruano como “injusto y vil.” Por eso rechazaron todas las negociaciones de paz. Y cuando el presidente Chileno Anibal Pinto fue inefectivo, la prensa Chilena lo tildó de “pusilánime” y rechazó a su gobierno “criminalmente complaciente y agonista.” Como portavoces británicos, el objetivo era incitar el odio y dividir a dos naciones vecinas. Luego de cometer crasos errores con los “Estados Unidos de América,” los Ingleses no cometerian los mismos errores con los “Estados desunidos del Sur.”


‘Los Peruanos se han deleitado construyendo costosos ferrocarriles que no prestan la menor utilidad, y buques de guerra que ni siquiera pueden manejar ni tripular… y su derrota ante Chile será un merecido castigo por su incapacidad y deshonra’-The Pall Mall Gazette


El escritor chileno Vicuña Mackenna, en su diario El Nuevo Ferrocarril, fue vocero de la causa Imperialista, promoviendo discursos racistas y clasistas. La académica Erica Beckman asegura que Vicuña Mackenna justificó la “agresión chilena como un conflicto inevitable entre una raza superior (la Chilena) con las razas inferiores” (la Boliviana y la Peruana).

Vicuña Mackenna catalogaba a los Peruanos como sub-humanos “afeminados, haraganes y retrógrados,” y a los Bolivianos como animales “incapaces de razonar.” Insistía que la superioridad chilena se debía a su saludable “segregación de las razas indígenas.” Anhelando “emular a los Ingleses,” el deber de Chile era cumplir la misma “misión civilizadora” ante la barbarie. Por ello, las tropas Chilenas debían aniquilar a los Peruanos y a los Bolivianos “así como los Ingleses aniquilaron a los aborígenes Zulúes en Sudáfrica.” Y es que “las tropas Bolivianas y Peruanas son de razas tan variadas…que casi confirman la versión que el hombre proviene del mono…”

 

Diario Chileno reclutando carne de cañón

 

En esa década, además de nuestras luminarias intelectuales y nutrida biblioteca, el Perú ostentaba joyas de la arquitectura, la ingeniería y la planificación urbana. Entonces, ¿dónde estaban el Peruano incompetente, vil y despreciable? Respuesta: en la imaginación del enemigo. Los extranjeros y sus fake news continuaron mancillando la imagen del Perú.

En el inicio de la Guerra, al menos, la incompetencia provenía de Chile. Mauricio Rubilar explica que, debido a una noticia publicada en El Mercurio de Chile, el monitor Huáscar pudo capturar al transporte chileno Rímac, el 23 de Julio de 1879. La “publicación de información militar” fue un craso error chileno y un notorio “acto de desinteligencia” que los Peruanos supieron aprovechar. Para evitar el mismo error, los diarios Chilenos desde entonces produjeron noticias falsas, con el objeto de confundir al enemigo. Luego los Peruanos acusarían a la prensa chilena de sufrir un Delirium tremens, al empecinarse en publicar falsedades. Véase la crítica hallada en “La Revista Peruana:”

“Cuando la escuadra Chilena y su ejército perdían su tiempo sin emprender un ataque contra el ejército Peruano en Iquique ni contra la plaza de Arica, única fortificada; los diaristas de Chile circulaban noticias falsas y absurdas: su insensatez llegó al extremo de asegurar que los Peruanos, que repelieron con sus armas a los incendiarios de Pisagua y Mejillones, habían cometido un crimen “resistiendo sin elementos y provocando justas represalias.” Calificaban de cobardía el que la escuadra peruana permaneciera en el Callao preparándose para el combate; aseguraban que “La Magallanes” obtuvo el triunfo en su encuentro con “La Unión” y “Pilcomayo” y a la vez declaraban que recibió un raspetón por la popa; que en el combate de Pisagua tuvieron un ‘muerto y cinco heridos’ lo mismo que en el de Calama, Mollendo y Mejillones; el un ‘muerto y cinco heridos’ en cada encuentro ya será proverbial. Con motivo de estas y otras fanfarronadas por el estilo, dijo uno de nuestros diarios que “los Chilenos están atacados de delirium tremens causado por su ridícula y necia infatuación”

Las Fake News Chilenas persistieron. Los Peruanos se cansaron de desmentirlos. El periódico satírico Peruano El Murciélago, del periodista Manuel Anastasio Fuentes, publicó: “La verdad: las fanfarronadas, mentiras, calumnias y ofensas que eso que llaman periódicos en Chile nos prodigaban diariamente, me habían movido la bilis de un modo que me hacía temer un ataque de hidrofobia; pero hoy me divierten esas mismas mentiras y me han convencido de que los chilenos o son tontos o han perdido la chaveta completamente….”

El Comercio publicó el comentario más lúcido. En el artículo, ‘Luz y Sombra,’ el editor señala que los diarios chilenos conspiraron para manipular al pueblo chileno: “…ese gobierno, esa prensa y esos otros merodeadores de la política chilena que han creado este conflicto, que ninguna consideración hacía siquiera presentir al pueblo de Chile, a la parte sana y honrada, a la inmensa mayoría de aquella nación, han puesto en obra y llevan cínicamente a cabo un vasto plan de engaño en su propio país, forjando las inepcias mas ridículas y adulterando la verdad en cuanto tiene relación con la guerra, a fin de que el pueblo chileno no aperciba el hondo y negro abismo en que, vencido o vencedor, ha sido precipitado por la oligarquía que lo domina, por ese bando de especuladores y de filibusteros que se ha apoderado de la dirección de sus destinos.”

 

Ruinas de Chorrillos, 1881

 

Los periódicos son más letales que mil bayonetas, decía Napoleon, quien conocía el titánico poder de las palabras para desmoralizar a una nación. Publicar patrañas, y esperar a que éstas hicieran efecto. Al final, algunas mentiras se repitieron tanto hasta volverse realidad.

Al revisar el accionar de los diarios Británicos y Chilenos, se deducen algunas reglas básicas con respecto a la prensa. Si los periódicos favorecen al unísono una sola posición es una señal de que están mintiendo, y que conspiran para concretar una siniestra hoja de ruta. Y si se empecinan en hacernos creer una versión o visión de los hechos, es siempre más sensato creer todo lo opuesto. Y cuando impulsan una “causa,” la “liberación” de un pueblo, liberarlos del “subdesarrollo” o “reformarlos,” en verdad desean esclavizarlo, saquearlo o destruirlo. La historia brinda innumerables ejemplos: Sudáfrica, Bolivia, Perú, Irak, Afganistán, y últimamente, Ucrania y Palestina.

Si el objetivo principal hubiese sido el salitre, Chile se habría satisfecho con saquear Antofagasta y Tarapacá. Pero Lima, como centro de operaciones y foco del nacionalismo Peruano, era muy peligrosa para la hegemonía Británica. Y el periódico Chileno La Revista del Sur dió voz a ese temor: “el necio y atolondrado orgullo de los maricones del Perú no desaparecerá” solo hasta que “vean que la soga la tienen al cuello…..No hay paz posible, sino después de haber reducido a cenizas la ciudad de los Reyes, y desmantelado el Callao. Chile lo quiere así y así sucederá..”

Cuando finalmente teníamos una joven generación de Peruanos que soñaban con un país moderno, se desató una guerra que redució a nuestro país a las cenizas. ¿Penosa coincidencia? No lo creo, Zavalita, fue parte del plan estratégico del imperialismo y su orden mundial.

 

Restos humanos de soldados Chilenos, Bolivianos y Peruanos

 

Sería absurdo culpar a Inglaterra o a Chile. Las fake news contribuyeron a nuestra desmoralización, pero el Perú ya estaba dividido desde antes de la guerra. Como dijo Andrés Avelino Cáceres, la guerra pudo ganarse, pero “la desunión, el desatino, la ambición polí­tica y la carencia de identidad en los sectores acomodados nos perdieron.” Fueron los Peruanos fake (los sectores acomodados) los que permitieron que los jóvenes (los auténticos Peruanos) murieran defendiendo al Perú en la peor carencia y abandono.

¿Qué le sucedió al Perú? ¿Qué pasó con aquella joven nación reverberante de sueños y proyectos? La historia esta colmada de alucinaciones, traumas, y fantasía. En las clases de Macera se discutía: ¿el Perú como nación existió en realidad? Creemos que después de la guerra del pacífico, el Perú no volvió a existir. Los chilenos destruyeron al Perú, y después solo quedaron las promesas incumplidas. ¿De qué sirvieron la educación y el “progreso” si el espíritu nacional continúa podrido? 

La Guerra del Pacífico, y las fake news, entronizaron a la era de los peruanos Fake, a esta pesadilla de la cual aún no podemos despertar. Por eso la nación continua a cargo de Peruanos que se enriquecen engañando a sus compatriotas, de los que promulgan leyes en contra de la población, de los que asesinan impunemente a gente inocente, de los que permiten el saqueo de nuestros recursos, de los que prostituyen su conciencia por un par de céntimos, de los que saquean cínicamente las arcas estatales, y de los que desprecian profundamente a nuestro pueblo. Me refiero, claro está, a todos esos peruanos en el poder, a esa despreciable plaga de peruanos fake, que desde hace más de un siglo nos siguen gobernando.𝔖