La Delicia Andina del T’anta Wawa

 

 

Tanta Wawa or Tantawawa es un vocablo aymara que se puede traducir al español como “niño hecho de pan.” T’anta significa “pan,” y wawa se traduce como “niño.” Los turistas que visitan los pueblos andinos encuentran estos panes en abundancia durante los primeros días de Noviembre, pues se acostumbra consumirlos en el “Día de los Muertos.” Un paseo por los mercados cuzqueños resulta placentero al descubrir la infinita variedad de diseños de T’anta Wawa que existen.

Aunque los Cuzqueños saborean el T’antawawa desde hace siglos, es interesante conocer como se inició esta costumbre.

Ofrendas a los Muertos



 
La costumbre de brindar ofrendas a los muertos es antiquísima. En el Antiguo Egipto, por ejemplo, se solían depositar panes y levadura en las tumbas de algunos faraones. El pan servía como una ofrenda de honra y respeto.

En el Antiguo Perú, la situación era un tanto distinta. En los funerales Incaicos las ofrendas consistían en frejoles, frutas, guisados y hojas de coca. Lógicamente, los Incas horneaban pan desde hace mucho, pero no existe evidencia que lo consumieran durante un funeral, ni que lo dejaran como ofrenda a sus difuntos.

De todas formas, los Incas, como otras culturas antiguas, mantuvieron la creencia de honrar a sus muertos. Ellos sabían bien que, de no hacerlo, se creaba una enemistad o distancia entre vivos y muertos, la cual ocasionaba catastróficas repercusiones, como sequías, plagas, hambrunas, mala fortuna, maldiciones y demás.

Los españoles, por su parte, también tenían un día especial para honrar a sus muertos. Lo hacían, de acuerdo a su fé cristiana, el primero de Noviembre de cada año, el cual denominaban como “El día de Todos los Santos.” (Aunque la costumbre apareció en Europa alrededor del año 373 D.C, el Papa Gregorio III instituyó oficialmente esta celebración en el año 731 D.C)

A la llegada de los Españoles al Perú, se produjo un sincretismo o fusión cultural. A partir de 1535, los indígenas fueron indoctrinados a aferrarse al Catolicismo, a través de la persuasión y casi siempre por la fuerza. Fue por ello que los indígenas, quienes honraban a sus muertos en fechas esporádicas, se resignaron a hacerlo durante “el Día de todos los Santos,” o al día siguiente, el dos de Noviembre.

El Bautizo de los Panes



 
Entre los años 1570 y 1650 se empezaron a hornear panes dulces en forma de bebé para la festividad del Día de los Muertos. Esta costumbre apareció en los pueblos andinos, mayormente en el Cuzco. Los investigadores aseguran que entonces se inició el rito popular de “bautizar” a los Tanta Wawas.

Las curas españoles sugerían y hasta obligaban a los indígenas a bautizar a sus recién nacidos. Los indígenas, que desconfiaban de los curas españoles, acostumbraban orquestar una parodia de bautizo durante el día de los Muertos. Un indígena o criollo se disfrazaba de cura y bautizaba a los T’anta Wawas en los mercados y en las numerosas plazas de cada pueblo. Aunque esta tradición se celebraba entre bromas y carcajadas, era una manera sútil de burlarse de los curas y un tácito acto de rebelión ante los españoles. Lo hacían por orgullo propio y para reafirmar su identidad indígena. Dicha actitud también se manifestaba en la decoración de los T’anta Wawa. Nótese que la mayoría de T’anta Wawa eran decorados con vestimenta indígena.

De una forma u otra, luego de bautizados, la población acababa por devorar los dulces T’anta Wawa. La costumbre del bautizo aún se practica, aunque no tan frecuentemente como antaño.

Actualmente, cada dos de Noviembre los panaderos andinos se esmeran en confeccionar T’anta Wawas con los mas variados diseños, formas y colores. Otras comunidades andinas realizan exhibiciones y concursos, y tambíen se aventuran a hornear T’anta Wawas de más de doce metros de largo. Deliciosos bizcochos preparados por cálida gente.𝔖