‘Sarita, esto lo hago por ti,’ es una frase usada por un delincuente antes de cometer una fechoría, encomendándose a «la Sarita» para que lo “cuide.”
Así como él, choferes de combi, prostitutas, travestis y mendigos conforman el séquito de fieles que acuden al cementerio Baquíjano y Carrillo del Callao para venerar a esta santa. Aunque no sea reconocida por la Iglesia Católica, Sarita cuenta con centenares de devotos en nuestro país y en el extranjero.
«Una Niña muy Especial»
Sara Colonia Zambrano nació en el caserío de Belén, Ancash, un primero de mayo de 1914. Provenía de un hogar bastante humilde. Su madre sufría un mal respiratorio y la familia pasaba desavenencias económicas.
Al caer enferma su madre, Sarita y su familia se trasladan a Lima. Ella y su hermana son inscritas en un colegio religioso. Es allí, donde la niña Sarita demuestra un intenso interés por la devoción a Cristo y los votos religiosos. Con el tiempo llega a desarrollar una intensa vocación espiritual. Sin embargo, este anhelo es truncado al empeorar la salud de su progenitora, lo cual la motivó a regresar a su tierra natal.
Hipólito, hermano de la Santa, afirmaba que Sarita era una niña especial. Sarita dejaba de lado las muñecas para recolectar estampitas de los santos, a quienes rezaba con fervor. Inclusive ella había erigido un pequeño altar en su casa para realizar sus sesiones de plegarias.
Cuando su madre fallece debido a su mal bronquial, la familia de Sarita retorna a Lima, estableciéndose en el Callao. Este populoso distrito la marcaría de una manera profunda.
‘Estas personas marginales confían en Sarita para que interceda y les conceda ese ansiado milagrito: “Que se atragante con su propia lengua una vecina chismosa, que el próximo atraco resulte óptimo o que tras un coito el cliente quede satisfecho.»
La bondad y compasión de Sarita fueron reconocidos por quienes la rodeaban. Su hermano Hipólito cuenta que Sarita solía ayunar para así poder obsequiar sus alimentos a los más necesitados. Además se le atribuyó la fama de “hierbera,” por su habilidad en el uso de plantas curativas para sanar enfermos.
Con los años, Sarita se encargó de cuidar a sus hermanos menores. Trabajaba en su casa atendiendo a su familia; pero también ejercía de empleada doméstica además de laborar en el mercado vendiendo pescado. Sarita era un ejemplo para cualquier jovencita de bajos recursos.
Sarita fallece el 20 de diciembre de 1940, a la edad de 26 años. Su partida de defunción de la municipalidad de Bellavista indica que murió a causa de «paludismo.» Pero el pueblo desconfía de esta prueba y entretiene otras versiones. La primera versión es que Sarita murió por una sobredosis de aceite de ricino. La segunda que murió del mismo mal que su madre, lo que causó que fuera sepultada en una fosa común. La tercera versión indica que pereció al ahogarse en el mar chalaco, cuando huía de unos hombres violadores, y la cuarta, que ella había fallecido a causa de los maltratos de sus patrones, donde trabajaba como empleada doméstica.
Los Devotos de ‘La Sarita’
El hecho que Sarita no sea beatificada no ha mermado la devoción popular. Al contrario, sus fieles fortalecen su fé cada día. Muchos aseguran ser testigos de milagros realizados por esta santa.
Pilar Campos tiene 38 años y lleva el rostro de Sarita tatuado en el pecho. Es así como Pilar acude al cementerio Baquíjano del Callao llevando una gran torta para repartirla con los devotos de Sarita. «Llegaré a la capilla, le ofreceré la torta y se la repartiré a los fieles,» dice Pilar. Mágicamente, la torta llega a alcanzar para todos los devotos, que esperan su turno para pedir un milagro a “la Sarita.”
Pilar viene desde Pisco y realizó este gesto en agradecimiento a esta santa por hacerle un milagro: salvar a su esposo de morir, luego que éste sufriera una descompensación mientras buceaba en el mar.
La historia de Luz Palma es también sorprendente. Luz se siente agradecida a Sarita por haber hecho que su hijo recuperara la movilidad de sus piernas a los 3 años. Han pasado ya más de 30 años de ese milagro, pero Luz aún sigue visitando la sagrada imagen.
Mausoleo de «la Santa de los Marginados»
Otra ferviente devota es Ana Maldonado. Para el centenario de la muerte de Sarita, Ana ofreció obsequiar 200 platos de sopa seca para todos quienes llevaran flores a esta santa. Este gesto voluntario de Ana fue para agradecerle a la Santa el “favorcito” que le había hecho.
Curiosamente, hay fieles que piden algunos «favorcitos» que salen de lo convencional. En su ensayo “Los Nuevos Limeños,» Ana María Quiroz explica este culto desde el punto de vista de los fieles transgresores, es decir, delincuentes, prostitutas y mendigos. Estas personas marginales confían en Sarita para que interceda y les conceda ese ansiado milagrito: «Que se atragante con su propia lengua una vecina chismosa, que el próximo atraco resulte óptimo o que tras un coito el cliente quede satisfecho.»
Para sus devotos, Sarita no hace diferencia entre buenos y malos. Para Sarita todas las personas son iguales y merecedores de su infinita bondad.
El Rechazo de la Iglesia
Los milagros de Sarita no han sido probados para que la Iglesia considere canonizarla. Y de hecho, la Iglesia ni la considera en la lista de espera. Como se sabe, cualquier persona primero debe ser beatificada para finalmente ser canonizada y ser considerado ‘santo’ de una forma oficial.
En el primer milenio del cristianismo, la devoción popular era el único requisito para ser canonizado. Pero ahora la Iglesia exige el cumplimiento de ciertos pasos. En caso una persona virtuosa muera, primero deben pasar 5 años para formalizar la petición de canonización.
En tiempos de antaño, un grupo de obispos y sacerdotes iniciaban la investigación de este personaje, su vida y sus milagros. Se necesitaba validar su existencia y milagros por medio de testigos y vivencias probadas.
Tiempo después, este proceso fue asignado a un grupo de expertos, quienes debían reconocer al menos dos milagros con testigos oculares de los hechos. Estos milagros debían tener la intercesión de un santo, pues sólo así la persona podría ser considerado beato. Tras ello, se debían corroborar la existencia de dos milagros más para que lo cataloguen como santo. (Anteriormente se requerían más milagros, pero el Papa Juan Pablo II redujo la cantidad de milagros para validar una canonización.)
Según el ya fenecido Monseñor Durand, obispo del Callao, para mantener un equilibrio entre las normas establecidas por la Iglesia y el fervor popular, los milagros de Sarita debían ser comprobados. Pero para Sarita, aún muerta, los obstáculos siguen apareciendo. Un factor en su contra son las versiones contradictorias que existen de sus milagros. Por ejemplo, el hermano de Sarita sostenía que un ángel salvó a Sarita de ahogarse en el río, de manera milagrosa. Según Esther, hermana de Sarita, este milagro nunca sucedió.
Por otra parte, otros juzgan la doble moral de sus milagros. Delincuentes que piden no morir durante sus atracos, prostitutas que desean que su cliente quede satisfecho y regrese, mujeres que piden el retorno de un ser amado abusivo y violento. Según los especialistas, estos pedidos van en contra de los valores y contrapone el verdadero sentido de la fé.
Pese a ello, los fieles no dejan de solicitar que Sarita sea canonizada. Y esta petición también llegó al Monseñor Irizar, quien en una entrevista vociferó que no le insistieran sobre el tema.
Sarita es un fenómeno social del siglo pasado. Sarita simboliza e identifica a cientos de provincianos que llegan a la capital con el fin de alcanzar una vida mejor. Muchos de ellos se ven afectados por el medio en el que viven, la falta de oportunidades y hasta la marginación por su etnia o indigencia.
Sarita es también símbolo de generosidad. Esa generosidad se percibe en los cientos de fieles que se congregan en su tumba, y que comparten entre sí todo lo que tengan. Una comida o un dulce es una ofrenda suficiente para esta santa que los sanó de una enfermedad.𝔖