La vacancia presidencial por “incapacidad moral” no es algo ajeno a nuestro país. Esta vez, fue Pedro Pablo Kuczynski quien enfrentó una posible destitución. Sin embargo, a lo largo de nuestra historia otros tres mandatarios fueron obligados a dejar el cargo: José Mariano de la Riva Agüero, Guillermo Billinghurst Ángulo y Alberto Fujimori Fujimori.
El inciso 2 del artículo 113 de la Constitución del Perú señala que se puede destituir al presidente de la República en caso de “incapacidad moral o física declarada por el Congreso.» Muchos constitucionalistas aseguran que el término de “incapacidad moral,” incluido en la Carta Magna de 1839, es muy ambiguo. Por ese motivo la vacancia puede darse sin un verdadero sustento jurídico o legal. Las veces que se utilizó fue definida en contraposición a otros artículos de la Constitución.
Luego de firmada la moción de vacancia por al menos el 20% de los congresistas (26) se requiere una segunda votación para la admisión del pedido. Esta etapa debe ser avalada por el 40% de los legisladores (52). De aceptarse el pedido, se fija fecha y hora para el debate. Para que se apruebe la vacancia, dos tercios de los parlamentarios (87) deben votar a favor.
En el caso de los tres presidentes vacados, el contexto que se vivió fue muy diferente.
José de la Riva Agüero (28 de febrero de 1823 – 23 de junio de 1823)
Es conocido por ser el primer mandatario en llevar el título de Presidente de la República. Asumió el cargo en 1823, luego de una tensa coyuntura política.
El 21 de septiembre de 1822, el Congreso designó una Suprema Junta Gubernativa encabezada por José La Mar. Esta dirigía el Poder Ejecutivo y debía terminar con la Guerra de la Independencia. Tras la derrota patriota en Torata y Moquegua, el pueblo exigió un único mandatario.
El 23 de febrero de 1823, un grupo de oficiales patriotas exigieron un Jefe Supremo y recomendaron a José de la Riva Agüero para el cargo. Ante la exigencia de las tropas militares, se dio el primer golpe de Estado conocido en nuestro país. El 28 de febrero, Riva Agüero asumió el cargo oficialmente.
Del 14 al 25 de mayo, Riva Agüero envió al sur un ejército para derrotar a las tropas españolas. Al inicio tuvieron pequeñas victorias. Pero el 25 de agosto, tras la batalla de Zepita en Puno, se ordenó la retirada.
Al estar desprotegida, Lima fue atacada por las tropas españolas. Riva Agüero ordenó el traslado de sus tropas a la Fortaleza Real Felipe en el Callao. Tras 19 días de batalla, los españoles tomaron la capital. Después de la derrota empezaron las disputas entre el Congreso y Riva Agüero.
El parlamento designó un Poder Militar, encabezado por el general Antonio José de Sucre. Poco tiempo después se le otorgaron facultades presidencias con las que Riva Agüero no estaba de acuerdo.
En junio, 38 de 69 diputados se reunieron, y con 27 votos a favor se aprobó su vacancia por incapacidad moral. Se alegó que las derrotas sufridas en los últimos meses demostraban que Riva Agüero no era apto para dirigir al país. Sin embargo, el abogado Abraham García Chávarri señala que la destitución al cargo respondió a pugnas políticas entre el Ejecutivo y el Congreso.
Aunque Riva Agüero intentó iniciar una guerra civil fue apresado y desterrado a Guayaquil.
Guillermo Billinghurst (24 de septiembre de 1912 – 4 de febrero de 1914)
El protagonista del segundo caso de vacancia tomó el cargo el 24 de septiembre de 1912. Tres años antes había sido electo como alcalde de Lima. Gozaba de amplia aceptación por favorecer a las clases populares.
En los dos años que duró su mandato se dio el primer decreto sobre la Reglamentación de las Huelgas, se inició la enseñanza de Religión en los colegios y se creó el departamento de Madre de Dios. Sin embargo, Billinghurst tuvo discrepancias con el Congreso.
En 1913, Billinghurst se negó a convocar una Legislatura Extraordinaria. El Congreso no pudo aprobar la Ley de Presupuesto, la cual fue dictada por el presidente. Esto fue visto como una usurpación de funciones.
Billinghurst también planeaba realizar una consulta plebiscitaria para cambiar la Constitución, y cuyo objetivo era que las elecciones presidenciales y congresales se realizaran simultáneamente. De esta manera los futuros mandatarios gozarían de mayoría parlamentaria.
Alarmados por el apoyo del pueblo hacia Billinghurst, 80 legisladores firmaron la petición de vacancia del presidente por incapacidad moral. Para asegurar el proceso se contactó al jefe del Estado Mayor del Ejército, Oscar R. Benavides.
Un miembro del Ejercito informó a Billinghurst de las intenciones parlamentarias. Diversos políticos, congresistas y diputados fueron apresados. La milicia popular fue armada con el fin de cuidar al gobierno y el general Benavides fue destituido.
El 4 de febrero de 1914, Benavides encabezó un pequeño ejército que atacó Palacio de Gobierno. Billinghurst fue tomado prisionero y obligado a firmar su renuncia que decía: “En vista de la actitud asumida por la guarnición de Lima, invocando la defensa de la Constitución, dimito la presidencia de la República, como se me exige.”
Tras la vacancia, el Congreso eligió a Oscar R. Benavides como presidente provisional.
Alberto Fujimori (28 de julio de 1990 – 21 de noviembre del 2000)
Fue el tercer y último mandatario que pasó a la historia por ser vacado. Alberto Fujimori Fujimori tomó el poder en 1990 bajo un contexto político y social difícil. Grupos terroristas se hacían notar al interior del país y la economía tras el gobierno de Alan García era inestable.
El primer enfrentamiento de Fujimori con el Congreso sucedió en 1992. La oposición parlamentaria revisaba arduamente los decretos legislativos propuestos por el Ejecutivo. A su vez Fujimori realizaba diversas observaciones a las leyes presentadas por el Legislativo. No se lograba ninguna conciliación o acuerdo.
Esta disputa terminó el 5 de abril de 1992 cuando Fujimori disolvió el Congreso. Con el apoyo de las Fuerzas Armadas, el presidente alegó obstrucción parlamentaria y llevó a cabo un autogolpe. Otras instituciones como el Poder Judicial y la Contraloría también fueron clausuradas.
Desde entonces el gobierno de Fujimori tuvo dificultades. En 1993 reformó la Constitución, lo cual dió pie a sus dos futuras reelecciones. Se le acusó de controlar a los medios de comunicación para desprestigiar a sus opositores. Pero fueron los “vladivideos” los que acabaron con su gobierno.
Vladimiro Montesinos fue un ex capitán del Ejército. Tenía contactos con el ámbito militar y logró ser asesor personal de Fujimori. El 14 de septiembre del 2000 se difundió un video en el que se veía a Montesinos sobornar a miembros de otros partidos para que apoyen a Fujimori.
Dos días después, y tras la aparición de nuevas pruebas, Alberto Fujimori desactivó el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN). En un sorpresivo mensaje convocó a elecciones parlamentarias y presidenciales en las que él no participaría.
El 19 de noviembre, Fujimori renunció a su cargo vía fax desde Japón. Sin embargo el 21 de noviembre, durante un debate en el pleno, se acordó no aceptar la renuncia y evaluar su vacancia por incapacidad moral. La propuesta fue aprobada con 62 votos a favor, 9 en contra y 9 abstenciones.
Tras la declaración de vacancia, diversos sectores políticos aplaudieron los resultados. Opositores al gobierno oficialista y manifestaciones civiles celebraron en las calles la caída del tercer mandato fujimorista.
Como medida de seguridad, la oposición exigió que la vacancia fuera permanente. Buscaban impedir que Fujimori postulara al Congreso para obtener inmunidad parlamentaria. De esta manera, el ex mandatario quedó inhabilitado de ejercer un cargo público en el futuro.
La historia nos señala un punto en común entre los tres presidentes vacados. La relación con el Congreso es clave para mantener el puesto. Esto es muy peligroso si la mayoría parlamentaria es de oposición.
El actual mandatario Pedro Pablo Kuczynski enfrentó una situación similar el pasado 21 de Diciembre. La oposición mayoritaria en el Congreso pidió la vacancia del presidente tras conocer sus vínculos con Odebrecht. Aunque Kuczynski negó frecuentemente haber recibido dinero de la empresa brasileña e interpuso una demanda de amparo, el proceso siguió su curso.
En esta ocasión la vacancia no tuvo éxito. Sin embargo, nada nos asegura que otra futura estrategia política similar pueda ser llevada a cabo.𝔖