Genoveva es madre soltera y vive en Paucarcolla, Puno. Desde que aprendió a tejer, ella ha podido ganar su propio dinero para mantener a sus cuatro hijos.
“Agradezco a ‘Manuela.’ Antes tenía mi pareja, nunca me entendió y tampoco lo del tejido. Gracias a Manuela me puse fuerte, me valoré, salí adelante y me separé. Ahora sobrevivo con mi trabajo. Estoy más contenta y tengo el apoyo de mis hijos,” manifiesta Genoveva.
El caso de Agueda Apaza no es diferente. Ella también tenía problemas con su esposo. Cuando empezó a participar en estos talleres, él no estaba de acuerdo, aumentando las rencillas entre ambos.
“Muchas veces ya no cocinaba, porque estaba ocupada con la producción. Mi esposo renegaba de eso, se iba a tomar,” afirma Agueda. Ahora ambos comparten las labores del hogar y el cuidado de sus hijos.
El Movimiento Manuela Ramos
Ambas mujeres son parte de “la Casa de la Mujer Artesana” del Movimiento Manuela Ramos, que brinda talleres de tejido a 900 mujeres con el objeto de mejorar su calidad de vida.
La «Casa de la Mujer Artesana» se fundó en 1993, contando con el apoyo de la cooperación belga FOS, y con el fin de difundir el uso y valoración de la artesanía peruana.
Hacer realidad este proyecto fue una lucha constante del Movimiento Manuela Ramos. Esta organización feminista surge en 1978 en los arenales de los distritos jóvenes del cono sur limeño, como Villa El Salvador. Este movimiento está comprometido con la igualdad de género, trabaja en pro de los derechos de las mujeres, los derechos humanos y el respeto por la institucionalidad democrática.
Todas las artesanas de este movimiento son llamadas “Manuelas.” Este no sindica a una heroína ni lideresa social en particular. Tan sólo es un nombre bonito, y lo mismo pasa con “Ramos,” uno de los apellidos más repetidos en la guía telefónica de Lima. Ambos nombres simbolizan a esas mujeres anónimas que luchan silenciosamente para cambiar su sociedad. En ellas se incentiva las ansias por sobresalir, aprendiendo un oficio que les ayude a sostener sus hogares.
Actualmente, la ‘Casa de la Mujer Artesana’ busca comercializar los productos elaborados por las campesinas, como son las carteras, correas y muñecos realizados a mano. Estos son exportados a países como España, que por medio de la ONG “Economistas sin Fronteras” financian este proyecto. Además, las Manuelas participan de ferias textiles como el PerúModa, que es una importante vitrina para nuevos diseñadores peruanos y empresarios de la moda.
La ‘Casa de la Mujer Artesana’ busca expanderse a otras regiones. Uno de sus proyectos se llamó “Consolidando los emprendimientos económicos de las artesanas tejedoras aymaras y quechuas de la Región Puno,” el cual convocó a más de 300 artesanas de esta región. El proyecto contribuyó a mejorar la calidad de sus productos, enseñándoles las diferentes modalidades de la oferta, para así mejorar sus ingresos.
Por otro lado, muchas veces se juzgó la frivolidad del rubro de la moda: diseñadores que buscan la perfección en sus musas, prendas carísimas que sólo los millonarios o las estrellas del cine pueden adquirir, y los lujosos fashion show. Pero ésta es sólo una cara de la moneda. Hay quienes trabajan para que el rubro de la moda cambie la vida de las personas. El Movimiento Manuela Ramos, al contribuir al desarrollo de nuestras campesinas, es un gran ejemplo.
Philomena: El Mundo de Micaela Llosa
El caso de Micaela Llosa, una joven diseñadora peruana, es muy similar. Su marca ‘Philomena‘ no sólo busca promover nuestra alpaca en la fabricación de prendas, sino también apoyar a las mujeres de bajos recursos.
“Lo mío es hacer de esto un negocio, piezas que funcionen, que valoren el trabajo artesanal. Nos interesa que sean piezas bonitas, vendibles, usables que se puedan combinar, que esto sea un negocio que se venda para que la rueda avance…
Siempre viajo a las comunidades, de combi en combi, de comunidad en comunidad, busco tener relación con las artesanas, Philomena es un mundo donde el tiempo es lo único que falta,” asegura Micaela.
Micaela empezó este proyecto con artesanas de la sierra, en especial de la zona del Callejón de Conchuco. Estas mujeres mantienen el legado ancestral de sus familias, aportando un valor agregado a sus prendas elaboradas a mano.
Llosa resalta la belleza de los telares cuzqueños que, mezclados con materiales como el cuero, dan una combinación sublime al producto. El interés en estas piezas es inigualable, tanto que se exportan a países como Estados Unidos.
Textiles como los de ‘Philomena‘ son adquiridos tanto por el mercado nacional e internacional. La exportación de productos elaborados netamente a mano tiene un valor incalculable.
‘Muchas veces se juzgó la frivolidad del rubro de la moda. Pero ésta es sólo una cara de la moneda. Hay quienes trabajan para que el rubro de la moda cambie la vida de las personas’
Durante el 2016, las exportaciones de textiles sumaron $1,196 millones de dólares, y el 51% fue hacia Estados Unidos. La calidad de las telas y la capacidad de nuestra industria han conllevado a que sea apreciada por marcas internacionales, creando así 250,000 empleos.
En el 2017, una delegación compuesta por 22 empresas peruanas acudió a la feria Premiere Visión en Nueva York. Esta delegación consiguió $15.3 millones de dólares en convenios comerciales, posicionando al mercado de confección peruana entre las grandes empresas mundiales, según la Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el Turismo, Promperú.
Las prendas protagonistas de la feria Premiere Visión fueron los t-shirts de algodón, suéteres de alpaca y camisas, siendo adquirido por marcas como Lands End, Lululemon, Hudson Bay Company, Brooks Brothers y Lululemon.
En el caso de la marca ‘Philomena,’ el mercado nacional también ha sido su punto objetivo y cuenta con pequeños espacios en tiendas en Cuzco (San Blas), Lima (Dédalo – Barranco) y Arequipa (Sueños de Opio).
Micaela no sólo se relaciona con las artesanas en el tema empresarial, sino también en el emocional, considerándose como parte de su familia. Ella es madrina de algunos hijos de estas artesanas. Siempre procura convivir un poco con ellas, pues lo considera un aprendizaje en su vida personal.
Sus productos tienen nombres en honor a la sabiduria de la mujer andina. ‘Agripina’ y ‘Fortunata’ nos remontan a este mundo místico y profundo.
Canal de Preservación Cultural
Los químicos y el uso indiscriminado de pieles en la confección de prendas de alta costura han desprestigiado a las grandes marcas de ropa a nivel mundial.
Esta depredación ha causado la desaparición de especies de nuestra fauna, como el tigre de java, extinguido en 1994. En consecuencia, diferentes organizaciones o asociaciones en el mundo se han preocupado para que esto frene.
El Perú no es ajeno a la nueva moda sostenible, surgiendo asociaciones que velan por la fabricación de prendas con telas totalmente naturales.
La “Asociación de Moda Sostenible” es una de ellas, generando no sólo ingresos sino también la concientización sobre cómo preservar nuestro planeta. Fue creada en el 2014 por cuatro mujeres tanto del rubro de la moda como de las comunicaciones. Ellas trabajan conjuntamente con 75 diseñadores y marcas peruanas, para crear una nueva corriente en el uso responsable de insumos en la fabricación de telas.
Ornella Paz, una de sus miembros, afirma que es necesario utilizar 2,700 litros de agua para la elaboración de sólo un metro de tela. Esta cifra es alta para un recurso que se está haciendo más escaso. Por consiguiente, la asociación propuso el uso de algodón 100% orgánico en la confección de sus prendas y el empleo de insumos naturales para la realización de estampados.
Además, ellas capacitan a artesanas tanto de la sierra del norte como del centro, quienes carecen de los medios para hacerlo. Gracias a estos talleres, las campesinas ya han emprendido sus propios negocios. Además les generan un ingreso que les lleva a independizarse de sus esposos y garantizar un mejor futuro para sus hijos.
“Con esto la marca no solo marca un diferencial en los productos que encontramos actualmente sino que impulsa a los artesanos a seguir conservando este arte, y conservan nuestra historia”, dice la encargada de la marca Burana, quien trabaja con artesanas de Paicapampa, Piura.𝔖