Festejo, Cuatro Siglos de Ritmo y Sabor

 

En las actuaciones de mi colegio había un baile infaltable: el festejo, la danza más representativa del folclore afroperuano.

Durante mi etapa escolar, no había año en el que no lo bailase. “Flexiona las rodillas, el festejo no se baila parada,” era la instrucción de mi profesora de danza, quien me inculcó el amor por este baile. Nos preparábamos meses para que la coreografía salga impecable. En ese entonces ignoraba que más adelante me convertiría en una profesora amateur del festejo.

‘Ritmo, Color y Sabor’


“Del África llegaron gran cantidad de negros, trajeron a esta tierra su color, su raza y su ritmo tan bueno,” dice uno de mis festejos favoritos. ‘Ritmo, color y sabor’ trata, entre otras cosas, de los primeros años de los africanos en el Perú y su gran aporte cultural a nuestro país. El tema se hizo conocido en la potente voz de Eva Ayllón.

En la canción, Ayllón resume la historia de este baile. En el siglo XVII, los conquistadores españoles trajeron a varios africanos en calidad de esclavos. Se creía que su fornido cuerpo era ideal para los trabajos mineros.

Sin embargo, éstos no se acostumbraron al gélido clima andino por lo que fueron relegados a la costa, en lo que hoy es Ica y Lima. Ahí se dedicaron a las labores agrícolas y domésticas. Durante la época colonial, los africanos componían casi la mitad de la población de Lima.


  ‘Criollo no, ¡criollazo!
canta en el tono que rasques,
le llaman El Amigazo
su nombre: Porfirio Vásquez.’-Décima


A través de la música, los africanos procedentes del Congo y Angola manifestaban sus vivencias. La fusión de las culturas musicales peruana y africana dió como resultado al festejo.

El festejo era el pasatiempo utilizado por los afrodescendientes para olvidarse de las condiciones infrahumanas en las que vivían. Debido a ello el ritmo de este baile es siempre festivo.

El antiguo festejo se acompañaba con tambores de parche sobre madera o botijas. Con el tiempo, se añadieron otros instrumentos de percusión y también de cuerda, cómo la quijada de burro y el cajón. Se cree que, por su antigüedad, el festejo fue la base para dar vida a otros ritmos como el alcatraz y el zapateo.

El Legado de los Vásquez


¿Quién no ha bailado el popular ‘Jipi Jay’?, tema interpretado por el ya fallecido cantautor afroperuano Pepe Vásquez. Pepe era hijo menor del llamado ‘Patriarca de la música negra’, Porfirio Vásquez.

Quizás muchos no han oído hablar de Porfirio. Incluso yo no lo conocía, a pesar de considerarme una apasionada conocedora de la música afroperuana. Sin Don Porfirio, quizás nunca hubiera descubierto que se siente mover las caderas al son de un rico festejo.

Porfirio nació en Huaral en 1902. Tuvo 8 hijos con Susana Díaz Molina, con los cuales formó la agrupación ‘Porfirio Vásquez y sus hijos’, la cual promovía la música costeña de origen afroperuano.
 
 

Don Porfirio Vásquez

 
A finales de los años 40, Don Porfirio empezó a dictar clases de guitarra y danza en la primera academia de Folclore. Por aquel entonces, el festejo solo se cantaba, porque no había una forma definida de bailarlo. ‘Don Porfi’, como lo llamaban de cariño, se encargó de crearle movimientos de baile. Para ello, tomó pasos de danzas similares que él había practicado o visto en su juventud.

También se encargó de enseñárselos a sus alumnos de la academia. Así lo manifiesta el decimista peruano Nicomedes Santa Cruz en los poemas que dedicó a Don Porfirio. Ambos eran grandes amigos.

Estos movimientos son los que mi profesora de baile me enseñó desde muy niña.

Además del festejo, Don Porfirio también fue cultor del alcatraz, el zapateo y agua’e nieve. Don Porfirio falleció el 26 de septiembre de 1971. En su honor, su hijo Abelardo puso una peña con su nombre en Barranco.

Abelardo también fue muy conocido por propagar el festejo y demás ritmos negros. A él le debemos canciones como ‘Negra Panchita’ y ‘Camote asao.’ Al igual que su padre, también fue muy amigo de Nicomedes. El decimista fue quien integró a Abelardo al grupo musical ‘Cumanana’. Además fue bailarín, compositor, zapateador, percusionista y mentor de varios cantantes criollos como Bartola.

Quien escribe también se apellida Vásquez y aunque no tengo nada que ver con Don Porfi, también le hago honor a su apellido. Uno de mis primeros trabajos fue enseñarles festejo a niños de cinco años. Fue el trabajo que más disfruté.

‘Baile de Cintura’


En Chincha, cuna de los descendientes africanos, no hay fiesta en la que el festejo no esté presente. La celebración más importante es el llamado ‘Verano Negro’ que se celebra cada febrero.

En este festival no hay un día central. Se le da igual valor a todas las actividades que se realizan durante la semana y media que dura la celebración, y la cual se inicia con el desfile de las candidatas al ‘Señorita Festival de Verano Negro’.

Sin duda, el festival gastronómico de ‘Verano Negro’ es el evento que más público congrega. Cientos de personas van en busca de la carapulcra con sopa seca, el frejol negro al estilo Mamainé, el frejol colado, entre otros potajes típicos de la región.

El concurso de festejo y zapateo no se queda atrás. Cada año, las barras de los participantes llenan la Plaza de Armas de Chincha.

En Chincha se conoce al festejo como ‘Baile de Cintura o cintureo’ por sus rápidos movimientos pélvicos. En el baile de parejas, la mujer viste una falda larga, una blusa manga corta y un pañuelo en la cabeza. El hombre lleva una camisa y pantalón. Es indispensable que los bailarines estén descalzos, pues así bailaban los Africanos en la época colonial. De no cumplirse este requisito, no sería festejo.
 
 

 
Actualmente, la asociación cultural ‘Perú Negro’ es la encargada de formar bailarines de música negra. Ellos han llevado su arte por varios rincones del mundo como Marruecos, México y Panamá. Esta asociación fue fundada en 1969 por Ronaldo Campos de la Colina, reconocido cajoneador y zapateador peruano quien también integró la agrupación ‘Cumanana’.

Lo que me encanta de los bailes afroperuanos es que, a diferencia de otras danzas, no tiene una festividad exclusiva. Se pueden bailar en cualquier reunión social. Aunque, generalmente, está más presente en Fiestas Patrias y el Día de la Canción Criolla.

Hace poco más de un año, decidí matricularme en un gimnasio. Grande fue mi sorpresa al enterarme que ahí también enseñaban festejo y demás ritmos afro. Esta disciplina se llama afro-fitness. Los movimientos del festejo y de los demás bailes afro son tan fuertes que no sólo permiten bajar de peso, sino también tonificar la masa muscular.

Aunque mis responsabilidades como universitaria y periodista no me permitan seguir enseñando festejo, aun puedo disfrutarlo en el gimnasio o en la sala de mi casa. ¡Anímate a practicarlo! Entra a YouTube, escoge el festejo que más te agrade y disfrútalo. No importa tu procedencia, gustos o etnia. Recuerda que en el Perú “el que no tiene de Inga, tiene de mandinga.”𝔖