Augusta La Torre, Camarada “Norah”

 

 

 

Su cuerpo inerte reposaba sobre una mesa cubierta con una tela roja. En la pared, había un adorno floral de rosas rojas y una estrella de claveles. Junto a ella, un afligido Abimael Guzmán relataba en voz alta el heroísmo y carácter de quien fue por muchos años no sólo su esposa sino también su compañera de lucha.

Augusta La Torre, o camarada Norah, fue la líder N° 2 del sanguinario grupo terrorista “Sendero Luminoso.” Nació el 29 de agosto de 1945, en Huamanga, Ayacucho. Fue la tercera hija de Carlos Rolando La Torre, líder del Partido Comunista en Huanta, y de Delia Carrasco, profesora de primaria.

Desde niña, Augusta sobresalía por su belleza, sencillez e interés por las clases más desprotegidas. Esto último fue inculcado por su padre, quien la inspiró a combatir las injusticias y sobreponerse a los problemas que aquejaban a la sociedad. Esto permitió que Augusta pudiera crear un juicio crítico sobre lo que sucedía en su entorno.

Augusta pensaba que una sociedad bien educada podía eliminar la desigualdad. Por eso decidió ser maestra, con el fin de contribuir en la instrucción de los más pobres. Al transcurrir los años, Augusta destacó en los estudios y consiguió una beca para estudiar en la Escuela Normal de Mujeres de Huamanga, institución que reunía a las jovencitas más prominentes de la ciudad.

Según sus compañeras, Augusta era una joven risueña y amante de las novelas románticas. Esta versión es respaldada por Robin Kirk, investigadora estadounidense, quien en su libro “Grabado en piedra. Las mujeres de Sendero Luminoso,” la describe así:

“Tenía una tez blanco-lechosa, y grandes ojos de paloma. Para algunos, se parecía a la estrella cinematográfica italiana Claudia Cardinale, pero era narigona… Adoraba las novelas románticas que escondía bajo su almohada. Se mordía las uñas. No tenía interés en maquillarse o seguir los dictados de la moda”.

Augusta tuvo muchos admiradores, entre ellos un joven que solía pasar a caballo por los alrededores de la hacienda de sus padres. Este hombre se convirtió en su primer enamorado. Sin embargo, al enterarse su madre de la relación, la obliga a terminarla, debido a que ambos jóvenes tenían cierto parentesco. “Él no es tu primo, él es tu tío. Eres una jarjacha (incestuosa),” le dijo Doña Delia, su madre.

Augusta se inscribió en el departamento de Educación de la Universidad San Cristóbal de Huamanga. Sin embargo, no llega a culminar sus estudios.

En 1962, Augusta conoce a Abimael Guzmán, catedrático de la Universidad de San Cristóbal de Huamanga, cuando éste solía acudir a la hacienda Iribamba, para reunirse con el padre de ella. Las ideas e imponente personalidad de Guzmán cautivaron a Augusta, surgiendo entre ellos cierta atracción, pese a que ambos tenían 10 años de diferencia.
 
 

 
Dos años después, Guzmán y Augusta se casan en una ceremonia privada, organizada en la casa de la familia La Torre, en Ayacucho. Walter Alejos, fotógrafo de la ceremonia, refirió: “Mientras tomaba las fotos me preguntaba por qué no había más invitados, si el profesor tenía muchos colegas catedráticos y camaradas de su línea partidaria, y además la familia era pudiente con mucho dinero proveniente de la explotación de sus tierras en la provincia de Huanta.” Alejos sospechaba que la falta de invitados se debía a que Augusta sólo tenía 18 años, y Guzmán le doblaba la edad. Debido al conservadurismo de la época, esta unión pudo generar desconcierto en su círculo social.

Por otro lado, Guzmán mostraba seriedad y sonrió poco durante la ceremonia. Pero la novia irradiaba una dicha y entusiasmo.

Pese al contraste de sus caracteres, los testigos sabían que ambos eran felices juntos, y esto fue demostrado con el tiempo. Guzmán y su esposa compartían muchos momentos juntos, como agradables reuniones con amigos, en las que Augusta solía cantar a pedido de los asistentes. Además, Abimael la llenaba de halagos y mimos.

Sin embargo, la fatalidad les puso la primera prueba. Augusta deseaba tener un bebé, pero después de realizarse varios exámenes médicos, le confirmaron que no podía, debido a poseer ovarios infantiles. Esta noticia no afectó en lo más mínimo su relación de pareja, ni sus planes políticos.

Robin Kirk sostiene que Guzmán y La Torre no sólo eran una pareja, eran un equipo. “Si Abimael hubiera sido médico, ella habría sido su enfermera; si se hubiera dedicado a los negocios, le habría llevado las cuentas. Como era comunista, se convirtió en camarada, seguidora y fiel discípula”.

 

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Augusta abandonó los estudios para iniciar con su esposo un proyecto para combatir las injusticias sociales.

El primer paso fue crear grupos comunitarios de apoyo mutuo. Es así como Guzmán pone a su esposa a cargo del Movimiento Femenino Popular en 1965. Este tuvo el fin de eliminar la explotación femenina y enfatizar la igualdad de género.

El Movimiento Femenino Popular fue también semillero del proletariado, que se enfocó en convocar marchas y asambleas. Contaban con la participación de maestras y jóvenes intelectuales, quienes formaron una parte esencial de este grupo social.

Augusta poseía el don de cautivar a las masas, lo cual le permitió incrementar más adeptos al partido, quienes se sumaron activamente. Además, su preocupación por la problemática social la impulsó a recorrer las comunidades más remotas de Ayacucho, a fin de motivar en las masas un nuevo espíritu de lucha.
 
 

 
“Fue una chica inteligente con mucho ánimo de hacer cosas, aunque era muy reservada. Siendo su familia muy politizada, no me extraña que ella haya asumido posiciones ideológicas radicales,” afirma Luis Guillermo Lumbreras, arqueólogo y profesor de Augusta.

Posteriormente, Augusta y Guzmán participaron en movilizaciones políticas en Ayacucho. Su aguerrida personalidad sobresalió entre el resto de varones que conformaban las concentraciones. Asimismo, Augusta analizaba la situación social y exponía sus ideas por medio de artículos en la revista ayacuchana Bandera Roja. Luego escribe para la revista “Rimariña Warmi”, en la cual defendía su teoría sobre el proletariado y la emancipación de la mujer.


‘Lo que hacía Augusta era tomar a las mujeres más aguerridas (es decir las más pobres), las educaba y las integraba al movimiento. Armamos la sección femenina de la federación de hogares, la sección femenina del frente de defensa, la sección femenina de las trabajadoras del mercado, la sección femenina de la federación de campesinos de Ayacucho, etc…y con todas ellas se armaban las convenciones de mujeres’-Anouk Guiné, socióloga*


Después de formar el Comité Regional de Ayacucho, la pareja viaja a China en 1966. En la tierra de Mao Tse Tung, Guzmán y Augusta aprendieron tácticas de guerra, estrategias de asalto y movimiento de columnas. Dicha instrucción fue reforzada con charlas impartidas en la Escuela Político-Militar de Shanghái, que permitió consolidar su pensamiento comunista.

Al volver al Perú, Augusta viaja a Cajamarca para instruir la ideología marxista en la población y criticar a los que se oponían a estos principios. Finalmente, en 1970, Augusta y su esposo fundaron uno de los grupos terroristas más sanguinarios de la historia peruana, Sendero Luminoso. Este nombre fue elegido en honor a una frase del pensador político, José Carlos Mariátegui: “El marxismo-leninismo es el sendero luminoso del futuro.

Augusta no sólo fue la mano derecha de Guzmán. También se encargó de recorrer junto a los camaradas los distritos populosos de Lima, repartiendo volantes e invitando a la población a sumarse a esta lucha. Además, se dedicó a instruir a los nuevos reclutas en la ideología del partido.
 
 

 
La camarada “Norah”, cómo empezó a llamarse, sabía el valor de velar por los desprotegidos. Es por ello que se reunía con las mujeres para resolver sus principales necesidades básicas en sus hogares (Agua, desagüe y luz). Augusta visitaba cada uno de los hogares para conversar con los maridos, a fin de esclarecerles las prioridades familiares. Frecuentemente les sugería soluciones para frenar las discrepancias dentro del vínculo familiar.

La ‘Camarada Norah’ también visitó las zonas mineras, intentando involucrar a las mujeres en los sindicatos de obreros. Esta idea no fue del agrado de los mineros. Pese a esto, continúo luchando para integrarlas a un movimiento que ella consideraba como un derecho.

El carácter de Augusta fue muy apreciado entre los campesinos, que veían en ella a una persona apasionada en sus decisiones.

En 1973, una joven llamada Elena Iparraguirre se involucra inmediatamente con el Movimiento Femenino. Iparraguirre decide abandonar a su esposo e hijos para unirse a la lucha armada, junto a Guzmán y Augusta.

En 1974, La Torre y Guzmán inician el movimiento senderista en la capital. Se instalaron en casa de los padres de Augusta, desde donde comienzan a organizar pequeñas asambleas y convenciones en los barrios marginales de Lima.

A principios de 1980, la lucha de Sendero Luminoso iniciada en la serranía peruana se trasladó a la capital. Según versiones de los cabecillas, Augusta no estaba bien de salud, pero esto no le impidió salir a las calles a continuar con el proselitismo.

Al mismo tiempo, durante ese año, se dio el primer ataque liderado por la camarada Norah, en la Hacienda San Germán de Ayrabamba. Aquel estaba dirigido a César Parodi, un abusivo gamonal que explotaba a los campesinos en sus tierras. Aquel día, decenas de hombres y mujeres armados de palos tomaron la hacienda. Durante el ataque se extrajeron algunos objetos que, según las versiones de testigos, fueron repartidos entre los campesinos involucrados.

El desenlace del ataque no fue del agrado de Augusta. Los campesinos le pedían que matara al sobrino del hacendado, pero ella se rehusó. La N° 2 de sendero sostuvo que solo se buscó que los pobladores estén armados, para que pudieran defenderse de quienes los tenían amenazados. Luego que muchos campesinos fueran encarcelados, Sendero inició sus masacres en 1982. Posteriormente, se señaló a Guzmán como autor intelectual de las muertes. Estos hechos provocaron fricciones en la pareja Guzmán – La Torre. Según algunas versiones, ambos empezaron a discrepar en cuanto a las acciones que Sendero Luminoso estaba realizando en la sierra. Durante las reuniones del partido, la pareja tuvo interminables discusiones.

A este problema, se sumó la presencia de la camarada Miriam (Elena Iparraguirre), de quien se decía mantenía una relación clandestina con Guzmán. Y que, además de esto, se decía que ella intentaba ocupar el lugar de Augusta dentro de Sendero Luminoso.
 
 

 
Estos dos problemas fueron las causantes del quebrantamiento dentro del partido. Pese a ello los camaradas continuaban teniendo el mismo respeto y cariño hacia la camarada Norah.

Sin embargo, por cosas que hasta ahora no tienen una clara explicación, la vida de Augusta se apagó en 1988.

Nadie sabe el motivo de su muerte. Algunos dicen que se suicidó, que tenía una enfermedad, que prefirió la muerte antes de abandonar la lucha, y la más polémica, que sindicaba a Guzmán y a Iparraguirre como autores de su deceso, debido a sus diferencias en el partido. Las especulaciones crecieron cuando Guzmán impidió que las autoridades conozcan la verdadera ubicación del cuerpo de la camarada Norah, que hasta hoy es inubicable.

La muerte de Augusta provocó la decadencia del movimiento senderista. Iparraguirre pasó a ser la mano derecha de Guzmán, pero las cosas ya no volvieron a ser iguales.

Por muchos años, Augusta fue el complemento de Guzmán. Su lucha social buscaba liberar a los campesinos de la pobreza, pero otros intereses y ambiciones cambiaron el sentimiento de este combate por una sanguinaria guerra civil que dejó miles de muertos y pueblos destruidos.𝔖

 

 

 

*”ENCRUCIJADA DE GUERRA EN MUJERES PERUANAS: AUGUSTA LA TORRE Y EL MOVIMIENTO FEMENINO POPULAR”- Anouk Guiné, Socióloga