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Lucha Reyes, la Morena de Oro del Perú

La Voz apasionante del Criollismo

 

Aunque las cosas no fueron fáciles, ella nunca dejó de luchar por ser reconocida entre los grandes de la música criolla. Le gustaba coleccionar muñecas y pelucas de colores, que usaba en sus presentaciones para ocultar su abundante cabello blanco. Su nombre, Lucila Justina Sarcines Reyes de Henry o tan sólo Lucha Reyes.

Esta cantante cautivó a miles de personas con su apasionante voz, a través de canciones cuyas letras manifestaban el desamor y la desdicha. Su talento la llevó a ganarse el apelativo de la “Morena de Oro”.

Lucha Reyes nació en julio de 1936, en la calle Aromito, actual jirón Sechura, en el distrito del Rímac. Sus padres fueron Tobías Sarcines y Lucila Reyes. Su familia pasó por dificultades económicas, las cuales se agravaron con la muerte de su padre, cuando ella sólo tenía 6 meses. Es así como su madre se quedó a cargo de Lucha y de sus 15 hermanos. La precariedad de su situación obligó a doña Lucila, su madre, a encargar a sus hijos con sus familiares cercanos para su crianza y educación. Es por ello que Lucha, para ayudar en el hogar, empezó a trabajar desde pequeña como cantante en diversos bares del Callao.

Tiempo después, la madre de Lucha se comprometió nuevamente. Bajo la crianza de su padrastro, Lucha fue víctima de maltrato tanto físico como psicológico. La desdicha continuó cuando se suscitó un incendio en su vivienda del Callao, donde Lucha casi pierde la vida. Esto ocasionó que ella y su familia se mudaran a Barrios Altos, lugar que fue cuna de los intérpretes del criollismo, como Felipe Pinglo Alva.

Posteriormente Lucha fue enviada al Convento de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, para que así pueda recibir educación y cobijo. Gracias a la formación recibida en este convento, Lucha se interesa por la realidad de su entorno de una manera más humana.
 
 

 
Al salir del convento, Lucha continúa ayudando a su familia, trabajando de lavandera de ropa, vendedora de periódicos y cocinera. Asimismo, lavaba platos en el bar ‘El Sentir de los Barrios,’ en donde también cantaba en algunos shows. Gracias a su buena voz, consigue presentarse en un programa de Radio Victoria, interpretando la canción “Abandonada,” del compositor Sixto Carrera.

“Vagaba sola por las calles harapienta

tenía el rostro demacrado con crueldad

nos demostraba, cual golpeada cenicienta,

haber sufrido por toda una eternidad…”

Esta canción no sólo la identificó con su historia personal, sino también le abrió las puertas del reconocimiento artístico, derribando las barreras sociales de la época. Luego de esta presentación conoce a Jorge Henry, un sargento de la Guardia Civil con quien contrae matrimonio. Sin embargo, en vez que esta unión la llene de dicha, su esposo la maltrató y la relación no duró mucho. Posteriormente Lucha tuvo una segunda pareja, de donde nacen sus hijos Humberto y Alejandro Cueto.

Con el paso de los años, la criolla forma un dúo con el cantante Pitito Pérez, denominado “Lucha y Juan.”  Y cuando ella pensaba que la desdicha desaparecería, las dificultades ahora se originaron con su salud. La cantante padecía de malestares, y los médicos le diagnosticaron diabetes emotiva, edema y disnea. En 1959, Lucha Reyes fue internada en el Hospital Hipólito Unanue. Pese a la difícil situación, la criolla siempre buscaba transmitir su alegría a los médicos y religiosas que velaban por su mejoría.

En 1960, luego de salir del hospital, Lucha vuelve a los escenarios. En esos meses el descubridor de artistas, Gonzalo Pizarro, la escucha cantar sobre las tablas del Teatro Pizarro en Barrios Altos. Al quedar cautivado con su voz, Pizarro fue a buscarla luego a la casa de su suegra, donde Lucha vivía. Por intermedio de Pizarro, la criolla conoce al famoso animador Augusto Ferrando, quien la incluye en varios shows tanto en Lima como provincias. En estas presentaciones, Lucha Reyes realizaba la imitación de Celia Cruz, Toña la Negra y Celina González.

En ese mismo año, la anfitriona Piedad de la Jara la lleva a trabajar a la “Peña Karamanduca.” Este lugar le abriría paso a una de las mejores épocas de su carrera artística. Allí Lucha empieza a lucir sus numerosas pelucas, que marcaban un estilo bastante original. A finales de los 60, Lucha Reyes graba sus primeras canciones como “Fatalidad,” del compositor Laureano Martínez, “Tú me acusas” de Carlos Salazar y “Mi desdén” de Luis Dean.
 
 

 
En noviembre de 1970, es contratada por la compañía “Fabricantes Técnicos Asociados,” la cual representaba a la empresa norteamericana RCA. Este contrato le permite tener mayor contacto con la prensa y le ayuda a esparcir su popularidad. Simultáneamente, Lucha entabla amistad con Consuelo Gonzales Posada, esposa del entonces presidente Juan Velasco Alvarado. Esta estrecha relación le permite financiar su primera producción discográfica, titulada «La Morena de Oro.» Es ahí donde figura el vals que la pondría en la cima del éxito, “Regresa,” del compositor Augusto Polo Campos. En 1971, Lucha graba los temas “Una carta al cielo”, “Jamás impedirás”,”Propiedad privada” y “Ya ves.”

Las limitaciones que Lucha Reyes sufrió durante su juventud la llevó a valorar lo que poco a poco fue ganando. De esta manera, pudo comprarse una vivienda digna, además de un automóvil.

Lucha Reyes atraviesa una excesiva carga emotiva, generada por su éxito profesional, ocasionándole repercusiones en su salud. Debido a ello, se internó nuevamente en el hospital Hipólito UnanueLos médicos le detectaron hipertensión arterial y afecciones cardiovasculares. Estas enfermedades resquebrajaron más su salud, pero no impidieron que continuara con su vida artística, por el contrario, el aprecio de sus admiradores la impulsó a seguir trabajando.


‘Ustedes son los que hacen al artista, y el artista se debe a su público, se debe a ellos. Al menos yo pienso que un artista sin el cariño del público, no vale nada, no es nada. Entonces yo soy algo y soy alguien por ustedes, por mi público’- Lucha Reyes


Su compromiso con el arte la ayudó a obtener el “Disco de Oro,” por la canción “Regresa,” y con esto su propio programa en Radio Unión, que duró aproximadamente un año. En este programa compartió el espacio con Emma Cabrera y Antonio Boza.

En 1972, también viajó a Estados Unidos por invitación de la colonia peruana. En 1973, Lucha pasó a trabajar en Radio Victoria, junto al locutor Carlos Alfonso Delgado. Cada programa se iniciaba con la siguiente frase: ¡Soy Lucha Reyes señores, vuestra criolla servidora, con el Perú y con ustedes en mi cita de esta hora!

Sin embargo, su éxito musical no contribuyó en mejorar su menoscabada salud, y los médicos le prohibieron continuar con sus presentaciones. “Le dije a Augusto que sentía que me quedaba muy poco tiempo de vida, el corazón ya no me camina como me debe caminar. Quiero que escribas un vals,” refirió alguna vez Lucha. El compositor de “Regresa” creó entonces el vals “Espera, corazón.”

Eslibán Lazo, médico particular, constató que la vida de la criolla peligraba, debido a que no mostraba mejora en los últimos exámenes medicos. En ese momento, Lucha Reyes le pide al compositor Pedro Pacheco componer una canción de despedida, surgiendo el vals “Mi última canción”.

Esta será tal vez mi última canción
Siento desfallecer en la inspiración
Cuando mi voz ya cansada por el tiempo
Le llegue su momento de decir adiós cantando esta canción…

La letra de esta canción se convirtió en realidad en la mañana del 31 de Octubre. Ausberto Mendoza, la última pareja de Lucha Reyes, la vistió y maquilló para asistir a la Misa en la Sociedad Peruana de Actores, con motivo de celebrarse el día de la canción criolla: “Ella estaba mal de la vista, yo le hacía todo, hasta la pintaba. Ella me dijo: Hoy día me vas a poner bien bonita, porque hoy es el día de la canción criolla. – ¡Me voy a poner este vestido rojo, porque yo soy bien peruana, Carajo!… Amaneció bien lisurienta. En el auto cuando íbamos a la misa de la Canción Criolla en la Sociedad de Actores, le dijo al chofer de su carro: ¡Oiga tío, no me ponga radioteatro, carajo! ¡Póngame música criolla! De repente le dio una palmada en el hombro. Hizo una leve mueca. Después otras dos palmadas, y estas palabras finales – «¡Ay, Dios!»

Luego de decir esto, Lucha Reyes se desvaneció. Inmediatamente, sus dos hijos adoptivos y Ausberto Mendoza, quien se había convertido en su compañero incondicional, la llevaron a la clínica Internacional. Pese a los esfuerzos, la criolla llegó cadáver a la clínica, marcando las 9 y 45 de la mañana como hora de su deceso. La causa de su muerte fue un coma diabético irreversible.
 
 

 
La transmisión en las emisoras radiales fue irrumpida con esta noticia: “La Morena de Oro ha muerto.» La conmoción fue tal que su velatorio en la Iglesia San Francisco fue acompañado por miles de admiradores.

Lucha Reyes solo tenía 37 años cuando dejó este mundo, que le dio tan poco y a la vez mucho.

Durante el entierro, la carroza fúnebre fue acompañada con sus canciones que eran coreadas por los asistentes. Su féretro fue sepultado en el Cementerio “El Ángel.”

Un año después de su muerte se lanzó al mercado un disco con temas inéditos, en los que resaltan: “El último brindis,” “Lloro en Silencio” y el huayno “Llaulillay.» Las personas allegadas a Lucha la recuerdan como una mujer que derrotó la adversidad con su talento, capaz de demostrar lo que sentía y que mantuvo su sencillez pese a haber alcanzado la cumbre del éxito.

En la actualidad, las canciones de Lucha Reyes son cantadas por millones de peruanos en diferentes partes del mundo. De esta manera, la Morena de Oro se mantendrá por siempre en nuestro recuerdo.𝔖

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Por Maya Morales Palomino

Además de diseñadora de modas, soy periodista de profesión. Tengo una intensa pasión por la escritura, orientada a revelar la realidad tal como debe ser.